miércoles, 5 de diciembre de 2012

Sí a los probióticos, no a las alergias de primavera


La alergia es una reacción exagerada de tu cuerpo frente a algunos agentes irritantes. En primavera, el polen puede provocar que se irrite tu garganta, se hinchen tus ojos y no puedas parar de estornudar (rinitis). Si tus síntomas son muy fuertes, las bacterias pueden ayudarte a combatirlos.

Científicos de la Universidad de Osaka, en Japón, probaron que las leches fermentadas con cierto tipo de bacterias (probióticos) son buenas contra la rinitis. Es decir, no curan la alergia, pero sí disminuyen la irritación que produce cuando es muy fuerte y motivada por alteraciones en el aire como la presencia del polen. Otros estudios muestran que las mujeres alérgicas pueden disminuir las chances de que sus hijos sufran esta enfermedad si consumen estos mismos probióticos durante el embarazo.

¿Adónde obtenerlos? Los probióticos más fáciles de conseguir y consumir son los yogures y leches fermentadas que poseen las siguientes bacterias en su composición: Lactobacillus casei, Lactobacillus paracasei, Lactobacillus acidophilus y Bifidobacterium longum. Los nombres de estas bacterias pueden aparecer abreviados en las etiquetas de los productos.

Para asegurarte su protección, lo mejor es que tomes una porción diaria de probióticos por la mañana y en ayunas, unos 30 minutos antes de cualquier otro alimento. Si estás usando antibióticos, tienes que esperar 3 horas entre unos y otros. Ten en cuenta que pueden pasar algunas semanas hasta que notes los beneficios de estos productos, y consulta a tu médico si tienes alguna duda o un síntoma que te preocupe.

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Historia


Los probióticos son bacterias benéficas (a veces conocidas como “gérmenes amistosos”) que ayudan a preservar la salud del tracto intestinal y son un auxiliar para la digestión. También ayudan a mantener bajo control los organismos potencialmente dañinos que se encuentran en el intestino (bacterias dañinas y levaduras). La mayoría de los probióticos provienen de los alimentos, en especial los productos lácteos cultivados. Los probióticos pueden consumirse en cápsulas, tabletas, bebidas, polvos, yogures y otros alimentos.
Los probióticos no deben confundirse con los prebióticos. Los prebióticos son azúcares complejos (tales como lactulosa, lactitol, distintos fructo-oligosacáridos e inulina) que se utilizan como combustible por las bacterias saludables para estimular su crecimiento y actividad, mientras que frenan el crecimiento y la actividad de los organismos dañinos. Otros alimentos que pueden promover la actividad probiótica incluyen el miso japonés, el tempeh, el kéfir, la leche cruda, la kombucha, los plátanos, el ajo y la cebolla. Cuando los prebióticos se combinan con los probióticos en un mismo producto, esta combinación se llama sinbiótico.
Se cree que los probióticos funcionen por la colonización del intestino delgado y el desplazamiento de los organismos que causan las enfermedades, lo que restablece el equilibrio adecuado de la flora intestinal. Los probióticos compiten con los organismos dañinos para obtener nutrientes y también pueden producir sustancias que inhiben el crecimiento de los organismos dañinos en el intestino.
Se ha comprobado que las bacterias probióticas estimulan el sistema inmunológico del cuerpo. También pueden ayudar a combatir distintas enfermedades gastrointestinales, tales como las enfermedades inflamatorias del intestino, la diarrea relacionada con los antibióticos, la colitis inducida por la toxina Clostridium difficile, la diarrea infecciosa, la encefalopatía hepática, el síndrome del intestino irritable y las alergias.
Se ha determinado que los probióticos mejoran la digestión y la absorción de las proteínas, las grasas, el calcio y el fósforo. También pueden ayudar a superar la intolerancia a la lactosa y a restablecer las bacterias saludables cuando la flora gastrointestinal normal haya sido alterada por una terapia con antibióticos.

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